Hola gentes.

Hoy voy a estrenar mi blog hablando, como no puede ser otra cosa, del FemDom.

De mi visión personal del FemDom y por qué me fui hace doce años. Y hablaré de los acontecimientos que me hicieron regresar.

Vale, lo mismo lo de los “acontecimientos” ya lo sabéis: que escribí una trilogía homoerótica de fantasía y dominación. Y diréis, pero si es homoerótica, no es FemDom. ¡Claudie, aclárate, por favor!

Vale. Empecemos por el principio entonces:

Soy una mujer con fantasías muy marcadas de dominación y sadismo desde… vaya, desde siempre, creo. Por lo que, dentro del BDSM, me encasillarían sin dudarlo en el FemDom.

Peeero, es que yo escucho FemDom, y siento un pelín de rechazo.

¡Oh, no! ¿Y cómo puede ser?

Pues porque mi experiencia en el mundillo fue bastante agridulce. Vaya, mucho más agria que dulce, no lo voy a negar. Me encontré que los sumisos y yo no… estábamos en la misma página, vamos a decirlo así.

No solamente no estábamos en la misma página, sino en libros distintos. Por no estar, no estábamos siquiera del mismo género. Ellos se aferraban a la erótica y yo me montaba mis películas en la fantasía épica. Sí, esa soy yo. Una fantasiosa.

Yo buscaba entrega. Buscaba sometimiento. Buscaba ser servida y adorada. Buscaba sentir la sumisión. Porque si no la siento, no puedo ser dominante. Vaya, por poder, puedo. Pero se convierte en una pantomima absurda que no disfruto. En un papel a interpretar. Y eso no va conmigo.

Y los sumisos, en su mayoría, buscaban una dispensadora de fetiches. Una Domme que jugara a sus juegos. Y al ser posible sólo y exclusivamente a sus juegos. O cediendo algo, si acaso. Pero poquito.

No os voy a engañar, pasé por el aro mucho. Al fin y al cabo, aquí hemos venido a disfrutar todos, ¿no? El problema es que yo me sentía como un objeto y claro, así no hay quien disfrute. Me encontré que “ser servida” consistía en realizar las prácticas que ellos querían. Y por algún motivo extraño a mí no me estaba funcionando demasiado bien.

Pero es que incluso haciendo las cosas que a mí me atraían, la mayoría de las veces yo no sentía nada. Y el motivo es muy simple: a mí las prácticas en sí no me llaman. Lo que me hace vibrar, lo que me llena, es que se sometan a mí. La entrega. Y las prácticas sirven para sentirlo aún más. Para reforzar el vínculo. Estuve años así, años probando. Intentándolo una y otra vez. Porque de tu naturaleza no te puedes sustraer tan fácilmente. Tenía que intentarlo. Lo necesitaba.

Vale, no fue todo malo, tuve algunas pinceladas. Personas que se daban a mí y que me hacían vibrar. Con ellas podía dejarme llevar y ser yo misma. Y eso te da una sensación de plenitud y libertad como no encontré en ninguna otra parte. Es adictivo.

Pero estas relaciones de entrega no son sencillas. Ojalá pudiera decir otra cosa. Yo era joven. Mis sumisos también. Algunos se asustaron de la intensidad, se les hacía demasiado grande, demasiado potente, demasiado “real”. Les daba miedo.

Desaparecían. Y a mí me dolía.

Me dolía mucho. Me dolía una vez. Y me… recuperaba. Luego otra… y medio me recuperaba. Con mis cicatrices, como todos ¿no?.

Y otra más. Y ya no confiaba tanto. Y ya no tenía tan claro que esto fuera posible… Lo mismo es todo una quimera. Voy a contracorriente, no es lo natural, lo “normal”

Y duele horrores cuando pones ahí las esperanzas. Y por un breve instante eres tú y todo tiene sentido. Pero desaparecen, sin decir nada. Y se acaba y te quedas rota y vacía.

Hasta que quebré. Del todo y de mala manera.

Y no me quedó más opción que irme.

Y fue tal mi experiencia que ya no podía leer FemDom. Ya no podía imaginar FemDom.

El FemDom dolía terriblemente. Y el FemDom era ser lo que yo no era, era ser lo que los sumisos querían que fuera. No yo. Pero yo seguía siendo dominante. Seguía siendo sádica. Que dejes de practicar o buscar no borra de un plumazo lo que eres ni lo que necesitas. Al menos a mí no.

Y tras muchos años empujando mis necesidades y sentimientos bien hondo, aquello estalló, de manera muy controlada, en una novela de dominación homoerótica.

Y por controlada, me refiero a escribir doce horas al día, pandemia mediante. Pero me hacía mucha falta. Fue mi propio proceso de catarsis.

Así que lo que iba a ser una novelette de mis fantasías de joven, se convirtió en una trilogía: “El Orden Divino” y en la manera de resucitar mi lado dominante y vivirlo entre sus letras, que buena falta me hacía. Así que sí, he vuelto. E intentaré reconciliarme poco a poco con la FemDom.

Pero mientras lo hago, puedes leer mi TOP 7 cosas que no me gustan… eh… demasiado de la FemDom, en Twitter (y de paso seguirme, si todavía no lo haces)

Y leer la respuesta de mi amigo Spirit, que tiene un blog muy chulo y me hace unas réplicas de órdago, aquí

3 Comments

  • Anónimo Posted octubre 14, 2021 2:26 pm

    Desde luego lo que no te haya pasado a ti…………. si no necesitases tanto la D/s ni sentir la sumision seguramente te habrias vuelto Sadica sin más, igual eso te hubiera funcionado mejor, quien sabe.

  • Mistress Posted octubre 14, 2021 10:42 pm

    Soy Mistress Altana, chapeau por la simpleza sofisticación con la que nos acercas a ti. (Tw)

    • Mistress Posted octubre 14, 2021 10:43 pm

      Simple sofisticación

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