¡Oh, el pegging! Una práctica más extendida de lo que la gente se cree. Sobre todo dentro del BDSM, pero no exclusivamente ahí. Además que es perfecto, si hasta se han inventado un nombre nuevo para que esos hombres de masculinidad frágil no tengan que escuchar que los están foll.. *SE LA LLEVAN*

*Vuelve sacudiéndose el polvo de las piernas y mirando hacia atrás*

Vale, vale, ejem… pegging.

El Pegging

Lo primero que os quiero explicar es que usar un strap on no es tan sencillo como podría parecer. Algo que suele chocar a los neófitos en el tema es su control, porque el movimiento que tú hagas con la cadera no se transmite perfectamente al dildo. Es decir: ese ritmo tuyo tan majo y cuidado no se va a traducir en el mismo movimiento del aparatito.

¿Y por qué pasa esto? Pues porque las sujeciones del arnés nunca son perfectas, siempre va a haber un poco de margen y además los materiales son ligeramente elásticos. Incluso el cuero y el nylon, si estiras, van a dar de sí, se van a separar de tu cuerpo antes de que el movimiento llegue al dildo. Lo suficiente para que las primeras experiencias sean extrañas, e incluso poco satisfactorias.

¡Pero no os preocupéis! Que aquí estoy yo para ayudaros con ese problemilla y que lo atenuemos en la medida de lo posible. Cuando terminéis de leerme va a parecer que habéis nacido con un dildo sujeto a la pelvis…  o algo.

Lo primero, vamos de compras. ¿Dónde? Pues te aconsejo que en un buen sex shop. Y voy a ir más lejos todavía: si puedes, pruébatelo antes.

¿Qué dices, Claudie? ¿Cómo te vas a probar eso? Que no estamos en el corte inglés.

El correaje sólo, alma de cántaro. Hay sex shops donde me han dejado hacerlo. Es la mejor manera de asegurarte que se ajusta bien y que te resulta cómodo.

Aunque no te permitan probarte el correaje o seas demasiado tímido para ello, en una tienda física siempre podrás verlo, sentir el peso del dildo, el tacto… Además, hay arneses a los que puedes acoplar distintos tamaños y texturas y otros a los que solo podrás ponerle el que trae.  En el sex shop puedes ver qué opciones hay y cual se ajusta más a lo que tienes en mente.

Como entiendo que esta opción no es viable para todo el mundo, si lo vas a adquirir en una tienda online, al menos asegúrate de que es tu talla o que se ajusta muy bien. Eso es lo principal. Si el arnés no queda bien sujeto, va a ser muy incómodo y vas a tener que ayudarte siempre de la mano. Y es una pena invertir en algo que no vas a poder usar correctamente.

Vale, pues ya tenemos el arnés. Ahora vamos a por el dildo. Como he dicho hay algunos que vienen en kit, pero con otros hay opciones. Yo diría que, si sois novatos, menos es más. A mayor diámetro, más difícil es que eso entre y salga con… eh… fluidez. Y queremos fluidez, creedme. Además, os aconsejo que no pese mucho. Si pesa, quedará morcillón y hará que el correaje ceda un poco y será más difícil de usar. Así que, resumiendo: ligero y no muy grueso, al menos para empezar.

¡Ya estamos equipados! Ahora viene lo bueno™

Eh, casi. Es que, a ver, antes de entrar en “faena” deberíais poneros el arnés y estar por casa con él. Sí, en serio. No seáis como yo, que la primera vez que usé uno tenía a mis dos s. mirando y esperando. Es mejor hacerte a los juguetes, ver cómo se colocan e irse acostumbrando sin público ni presiones sociales

Y ahora sí, que sí: llegó lo bueno™

Ya tienes tu arnés, ya tienes tu dildo y ya tienes con quien usarlo (se supone). Así que vamos allá.

Hay varias cosas que podéis hacer para facilitar la penetración anal, que es en la que me voy a centrar. Os voy a dar los consejos que me hubiera gustado recibir a mí cuando empecé, y que nadie me dio.

  1. Dilata antes y dilata bien. Tómate el tiempo que necesites en este paso y asegúrate de que tu receptor acepta un grosor parecido al del dildo antes de usarlo con el strap on. El correaje, por muy ajustado que esté, no es parte de tu cuerpo y eso lo vas a notar en los movimientos. Si su ano no está abierto y dilatado, no entrará de manera suave. Y al salir, sentirás que está “atorado” y tendrás que tirar con más fuerza, perdiendo parte del control. Hazme caso, que de estas cosas sé un poco: el ano que esté bien abierto antes de empezar. Dependerá del grosor del dildo, claro, pero en general yo diría que deben entrar tres dedos fácilmente. De nada.
  2. Utiliza un buen lubricante, compatible con el material del que esté hecho el dildo y con el del preservativo. Recuerda que si usas el juguete con más de una persona es mejor ponerle un condón. También por higiene, porque hasta usando enemas es normal que se manche de heces. Pero si solo lo usas con una persona, no vas a cambiar de… eh… agujero…  y luego lo limpias y desinfectas a conciencia con algún producto específico, desmelénate. Que aquí no hay riesgo de embarazo ni de ETS. Ah, y no racanees con el lubricante, por lo que más quieras.
  3. Que no te preocupe ayudarte con la mano. Ya, ya sé que no es lo mismo y lo que tú quieres es que eso entre y salga a golpe de cadera. Pero tampoco pasa nada por agarrar con la mano, te lo digo yo. Y hablando de golpes de cadera, no te hagas un Elvis, que esto es más sutil. Movimientos suaves, rítmicos y controlados.
  4. No te compliques la vida, que el Kamasutra está muy chulo, pero tampoco es necesario que la primera vez presumamos de saber hacer el pino-puente. Yo diría que la postura del perro va genial para esto. ¿Que quieres empezar con algo más complicado? Pues vale, Jose Luis, ponte a hacer la flor de loto invertida. Cuando estés follándote haciéndole pegging a la almohada, ya me vendrás llorando, ya.

Y creo que no se me ocurre ya ningún otro consejo…

¡Un momento, un momento! Me preguntan por el pinganillo que por qué a mí me gusta follarme hacer pegging a los sumisos, si al fin y al cabo con un dildo yo ni siento ni padezco.

Pues esa es una buena pregunta.

Y la respuesta es que saboreo la escena en sí, mezcla de sexualidad y D/s.

Lo que a mí me gusta es poner a mi chico a cuatro, agarrarle con fuerza de la cadera, clavando mis dedos y foll… eh… hacerle pegging, como si no hubiera un mañana. O meter el dildo de un golpe hasta el fondo, que mi pelvis quede completamente pegada a sus nalgas, mientras mantengo su cabeza erguida tirando de la correa. Y escuchar sus jadeos. Me gusta la sensación de someter a través de ese juego. De invertir los roles de género. Pero es que, además, me encanta la preparación y dilatación previa. Una de las cosas que más me enciende es el tacto al rozar con mi dedo la entrada. Empapar con el lubricante y presionar delicadamente, sin abrir. Notar lo cerrado que está, sabiendo que no durará así. Insistir una y otra vez, con parsimonia. Notar su impaciencia para que le abra de una vez, aunque no se atreva ni a rogármelo. Eso es tremendamente sensual.

Soy activa, me excita sodomizar y penetrar. Notar la resistencia y vencerla. Ir un poco más allá… Para mí, simboliza posesión y la posesión me hace vibrar. Obviamente esto es sólo mi visión personal y cómo lo siento y vivo yo.

Al final del día hay que entender que en los juegos no solo está el componente físico, sino también el mental. Y el cómo percibimos una práctica es único e intransferible. Para eso es importante entender que lo que es válido para nosotros, no lo tiene que ser para los demás. Que cada cual lo ve a su manera, que las practicas no están limitadas por tu género, orientación o rol, y que, mientras a nosotros nos guste y queramos hacerlas libremente, todo está bien. Así que, si este es un tema que os atrae y queréis probar, adelante. Espero que mis consejos os ayuden a disfrutarlo plenamente.